19 de junio de 2011

Elena Román


Nota biográfica

Elena Román (Córdoba, 1970)

Ha publicado los libros Diario de un ascensor en un bloque de dos plantas con azotea (2010, XXV Certamen de poesía Villa de Peligros, Diputación de Granada), Ocho paradas en la arena (2009, XIV Certamen de poesía María del Villar, Tafalla), Lo circense (2008, V Certamen de poesía Nené Losada Rico, Editorial Universos, Mieres), A propósito de los cuerpos (2008, Littera Libros, Villanueva de la Serena), Veintiún bisontes (2008, Edit. La Bella Varsovia, Córdoba), y el e-book Zaquizamí (2011, Descrito Ediciones, Toledo).

Ha colaborado en las revistas literarias El Problema de Yorick, Nayagua, Boronía, Bolsa de pipas, Naif magazine, El alambique y Hache, así como en las antologías El Mercado de los pájaros (en Braille), Histerias breves, Noctámbulos, El fungible y Tod@s somos Frida.

Ha sido premiada en diversos certámenes literarios de poesía y de relato, los géneros que más frecuenta, aunque también escribe teatro, letras de canciones y cuentos para sus sobrinos.

Trabaja como administrativa y reside desde el 2006 en Toledo.

Su página web es: http://elblogtardiodeelenaroman.blogspot.com/


Selección de textos

NOTA RÁPIDA

Cariño, te he dejado en la nevera un poco de pavo

y una metralleta por si lo notas crudo.

No sé si he cerrado el grifo del lavabo después de nadar:

por favor, compruébalo, y si se te olvida,

concedámosle al cuarto de baño su derecho a ser isla.

Aprovechando que no estoy, irás a por las castañuelas,

pero me las he llevado yo para regalárselas a alguna lumbre,

que, seguramente, las tratará mejor. Ah, anoche casi no dormí

por culpa de las cebras (una cosa es el afecto y otra cosa es

que se metan en la cama); habla con ellas, a mí no me hacen caso.

Si no vuelvo de aquí a mañana, ven a buscarme,

tráete la excavadora y, por supuesto, la ducha.

Y si vuelvo, da igual, ven, ven a buscarme,

estaré preguntándole por ti a algún megáfono cerca del río,

operando peces para apuntar en sus tripas por ejemplo esto.

De Diario de un ascensor en un bloque de dos plantas con azotea

(Diputación de Granada, 2010)

FUJITA, ESCALA DE

Si vas dejando vendavales,

cómo quieres que no me despeine,

si me los encuentro cada vez que abro

este cuaderno, armarios, esa ventana,

cajones, precintos de seguridad.

Cómo no quieres que me despeine,

que se me vayan las piernas para arriba,

que gire en medio de las fuerzas invisibles

que componen temporales no declarados,

que atraviese las paredes y los caminos.

Si vas dejando vendavales por mi cuerpo,

cómo quieres que no ande desnuda,

si me abren el alma y, al abrirla,

me los encuentro dentro, abriéndome.

Cómo no quieres que ande desnuda

buscándote por las paredes y los caminos

para devolverte los vendavales de mi ventana,

cajones, armarios, cuaderno, precintos de seguridad.

Si vas dejando vendavales en los vendavales

que vas dejando en mis piernas, cómo quieres

que no gire hacia ti en medio de fuerzas invisibles.

Cómo no quieres que me abra el alma si me la abres tú,

despeinándomela, desnudándomela, no declarándomela

ni temporal ni compuesta, cómo sujetármela a tu paso.

De Diario de un ascensor en un bloque de dos plantas con azotea

(Diputación de Granada, 2010)

POR EL BIEN DE LOS JARDINES

Prohibido arrancar flores.

Pueden acariciarlas, despeinarlas,

dibujarlas en un cuaderno si lo desean,

pero sin arrancarlas del papel después.

Pueden inventarles pétalos, espinas,

vaporosos mamuts polinizadores alrededor,

pero no golpes de viento ni cortacéspedes

que pongan en peligro su existencia.

Prohibido darles de comer a las flores

porque pueden ponerse grandes y cariñosas,

seguirles a sus casas, dormir en sus puertas, ladrar casi

hasta que les dejen entrar y llenárselo todo de colores,

y eso, señores topos, está terminantemente prohibido,

al igual que robar motas de polvo con los ojos para llorar.

PARQUE DE JUEGOS

 

Al final de mis manos he encontrado el final del túnel

que he encontrado al final de mis manos.

Masticando erizos he aparecido, marrón y arisca,

en el parque de juegos, terroarenoso.

Unos niños me pisotean la cabeza sin querer.

Pienso pasar la noche, cuando todos se marchen,

tirándome por el tobogán hasta que me duela un diente.

Cojo una pelota, un botón, un zapato, un muñeco, un catarro.

De Ocho paradas en la arena

(Fundación María del Villar, 2009)

RETRATO FAMILIAR CON PADRE AL FRENTE

Retrato familiar compuesto por:

padre al frente sentado en trono de laurel,

hijos al fondo sosteniendo sendos racimos de uvas,

madre en la penumbra con una manzana en la boca,

telaraña sin araña en una esquina,

perro royendo hueso humano junto a chimenea apagada

y mosca paseándose por bastón señorial

empuñado por padre al frente.

Destaca la profunda gravedad de su semblante,

el trazo más firme en sus arrugas,

la fuerza y habilidad de sus ojos rasgados

para clavarse en los de quien examine

-no importa desde qué ángulo-

el retrato familiar con padre al frente.

La figura central hace que todo lo demás

(hijos, madre, perro, mosca)

no exista y sí exista, gracias a los finísimos hilos

que nacen de los dedos de padre al frente,

cuya sombra es

telaraña sin araña en una esquina.

DEL CUELLO A LA NUCA HAY UNA SOMBRA

La sombra del cuello es una nuca. La sombra de una nuca es la sombra de una nuca. El cuello que se gira obedece a los ojos. El cuello que se estira obedece al ego. El cuello que vibra obedece a la sequedad. La sombra del cuello es, realmente, el tiempo perdido; metafóricamente, es un artículo descatalogado, o más metafóricamente aún, el pomo debajo de la puerta. En casa del asesino no se puede mostrar la yugular ni el afecto. Un collar es fría caricia que decora. Una nuca nunca anuncia nada nuevo. Rezagada, detrás de la idea, se consuela pensando que, al menos, tiene sombra propia.

De A propósito de los cuerpos

(Littera Libros, 2008)


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