24 de abril de 2011

Ben Clark

Ben Clark poeta



Ben Clark (Ibiza. 1984). Ha publicado los libros Los hijos de los hijos de la ira (XXI Premio de Poesía Hiperión ex aequo con David Leo García. Hiperión, 2006), Cabotaje (Delirio, 2008), Memoría (Editorial Huacanamo, 2009), La mezcla confusa (VII Premio Nacional de Poesía Joven Félix Grande. UP José Hierro, 2011) y Basura (Editorial Delirio, 2011). Ha traducido los Poemas de Amor de Anne Sexton (Ediciones Linteo, 2009) y la Poesía Completa del galés Edward Thomas (próximamente en Ediciones Linteo). También ha preparado, junto a Borja Aguiló, la antología Tengo una cita con la Muerte (Poetas muertos en la Gran Guerra) (Ediciones Linteo, 2011).
Durante el curso 2004-2005 residió en la Fundación Antonio Gala para Jóvenes Creadores, en Córdoba. Ha sido bibliotecario, locutor de radio, camarero de barcos, portero de bingo, costalero, coleccionador de 600, cojo, poeta boxeador, coordinador, en Salamanca, del espacio de poesía experimental Sala Marte Poesía (www.salamartepoesia.com), presentador y monologuista. Forma parte de la asociación cultural de la Revista Mombaça, impulsora del I Campeonato Mundial de Poetas Pesados (www.poetaspesados.blogspot.com), y que prepara, en la actualidad, junto a Fabio de la Flor y Jorge Páez, el evento 'Poeting: poetas en caída y verso libre'. Desde el año 2006 administra el espacio de poesía www.delversoyloadverso.com









Llenándonos a todos, viejo sitio

sin tregua que se ofrece, que se entrega

en un envase nuevo cada vez.

Ambiguo testamento, gran desplome.

Campa y come y reposa con sólo un enemigo

que atender; el deseo.

Pero sabe que no hay guerra posible,

todo lo ocupa y todo lo comprende

y todos son sus hijos

a la larga; mitosis hediondo

siempre garantizado,

siempre posible mientras existamos.




de Basura
(Editorial Delirio, 2011)






Después la vida supo ser sencilla:

todo ardería tarde o temprano y las entradas

no eran caras y siempre había bar.

La promesa feliz del holocausto

llenaba los museos de arte nuevo;

los cines de películas fantásticas;

las caras de un amargo, compungido contento.




de Basura
(Editorial Delirio, 2011)




El capitán Charles Moore adora el plástico.


Él sabe que el océano es vencible

y sueña en la cubierta con un largo paseo:

desde las rocas serpentinas de Baker Beach

(donde antaño corría la leyenda

del joven Albert Kogler y el gran tiburón blanco)

hasta el puerto de Kushiro y su verano breve.

Es un hermoso sueño, piensa Charles

–boca arriba en el centro del Pacífico–,

colmado de basura y de paciencia.


de Basura
(Editorial Delirio, 2011)






Titanio




Para Chity Taboada, in memoriam




Porque fui de titanio puedo hablar

del óxido fecundo, puedo hablar

de las ramas, de sus frágiles

engaños

y del placer que regala la madera

recién cortada.

Porque fui de titanio dos años y tres días

puedo hablar de los deseos del frío,

de la quietud y el eco

de los polideportivos. Dos años

y tres días enteros sin llorar.

Metal.

Un tipo peligroso de titanio.



Apenas lo recuerdo;

biónico y feroz en la cafetería,

decía poco

y no escribía nada. Cómo no

envidiar hoy su estilo

de autor acorazado en la verdad

de los versos ligeros, irrompibles.

Lo recuerdo gris,

sin otro amor

que la certeza

vaga de ser un poco más humano;

recorría las grandes avenidas

como un cíborg

de absoluto presente.



Aleación ajeno a todo miedo,

hay días en que extraño su presencia.



Días como hoy.

Quebradizos martes,

sábados anodinos de escayola.


Hoy me faltas, mutante,

hoy te querría cerca, como un dios

del futuro que habita mi pasado:

sé que fuimos el mismo.

Sé que fuimos un solo corazón

aunque tú eras más fuerte.


No hubiera conocido

esta tarde tus lágrimas.

No.

Habrías caminado por esta tierra frágil

sin un solo suspiro de impotencia.

Porque tú eras el fuerte que yo fui.

Porque tú estabas hecho de titanio.



Inédito. 2011




Husos





He estudiado los husos y ya sé

por qué me duele tanto tu aventura:


pienso en tu cuerpo lejos de mis manos

–vivo en España donde todo es triste

y tú en Irlanda donde todo es verde–.


Y cuando tú le besas en Dublín

aquí ya hace una hora de ese beso.


Es como si estuviera

escrito de antemano. Los sonidos

precisos de tus labios al rozar

los suyos, cuando aquí

llevo ya tres mil seiscientos segundos

con las sienes hinchadas por el son.



Toda una hora que siempre me atormenta.

Porque es una hora más que me has faltado

y una hora que le queda todavía

al otro, amor, contigo.







De La mezcla confusa
(UP José Hierro, 2011)





Ira

(Henri Charrière ‹‹Papillon››)




Entre piedras de sombra,

De ira, llanto, olvido

Alienta la verdad.


La prisión,

La prisión viva.



Luis Cernuda






He conocido el mar y el plenilunio

lo cual, para una vida, ya es bastante.

Y sin embargo he visto

más cosas: cómo el hielo dormía en San Quintín

sobre las cruces blancas de los soldados muertos,

he visto las hogueras de los pobres

en los barrios de Roma he visto rostros

densos como el aceite en Buenos Aires

y he conocido el miedo

de la mano de un libro y fui feliz.

Fui feliz en los años más oscuros

y sólo esto es posible reprocharme:

feliz porque ya había visto el sol sobre el mar

en mi infancia de arena,

feliz porque el recuerdo no conoce las cárceles

que el hombre impone al cuerpo; con un día,

con un día de luz

sería mucho más que suficiente,

pensar la luz y ser, dentro del pozo,

la encarnación del día, del alba y sus regalos:

la hierba y el rocío, los insectos

colmados de misterio, ser el bosque

y respirar el bosque sin prisa hasta el crepúsculo.

Con eso bastaría

para vivir cien años en cualquier agujero.

He conocido el mar y el plenilunio,

he visto que la noche tiene límites,

que algo alumbra detrás

y sé que quien fue libre una mañana

nada debe temer de los años oscuros.





Inédito. 2011


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